¿Qué es facesitting?
El facesitting, o Trono de la Reina como se le llama frecuentemente,
es una práctica sexual intensa e interesante.
Su traducción al español es: “sentarse sobre el rostro”.
Esta posición consiste en colocar los glúteos sobre el rostro de la pareja.
Durante este sugerente acto, se oprimen o frotan los genitales sobre la cara de la persona que está debajo.
Este juego pertenece a las diferentes estrategias de estimulación que se utilizan en los juegos de dominación y sumisión, o el BDSM.
Cuando se practica como parte de un juego de dominación, es decir dentro de una sesión de BDSM, sirve como una muestra del rol dominante sobre el sumiso.
Usualmente, cada rol está determinado, sin embargo, puede existir alternancia en los roles.
En este caso, se habla de participantes switch. Quien está sobre la otra persona, ejerce su control, mediante una posición que humilla al sumiso, y establece la superioridad del dominante.
El trono de la Reina, recibe este significativo nombre, porque la práctica es realizada por las mujeres.
En este sentido, debe comprenderse que para el hombre, debido a la erección, es casi imposible frotar su miembro contra el rostro de su amante si se encuentra sentado sobre ella.
Otras posiciones son más idóneas para ello.
Por tal razón, el trono de la Reina sigue siendo casi exclusivo de las féminas.
Esto no excluye por supuesto, que pueda practicarse entre parejas del mismo género, con igual disfrute de la experiencia.
¿Cómo se efectúa esta peculiar práctica erótica?
Este ejercicio de erotismo y dominación, se realiza en sustitución de las prácticas habituales de penetración o masturbación con objetos o juguetes.
El cuerpo del dominante, ejerce presión con todo su cuerpo sobre la cabeza del sumiso.
De este modo, las caderas, glúteos y parte superior de los muslos, se posicionan sobre el rostro.
Dentro de la cultura sadomasoquista, esta experiencia aporta una dosis extra de humillación y control sobre el sumiso.
El cual, desde su posición, disfruta de una intensa atracción sexual, originada por la oscuridad, calor, olor y humedad de estas regiones del cuerpo.
Para disfrutar de esta colocación, la mujer, o la parte dominante, se coloca de cuclillas calculando que sus partes íntimas queden sobre la cara del sumiso.
Durante este ejercicio erótico, la cabeza del compañero o compañera, queda atrapada entre los muslos.
Esta es una de las pocas prácticas de BDSM que no se requiere producir dolor o estímulos en forma de castigo físico.
Es decir, la situación representa el dominio, de tal forma que no son necesarios los estímulos adicionales.
No es de extrañar que muchos hombres opinen que esta posición carece de comparaciones, pues es altamente estimulante.
Cuando se realiza el facesitting o trono de la Reina, la nariz, la lengua, los labios y hasta la respiración adoptan el rol de juguetes eróticos vivientes. De tal manera que son los encargados de brindar el mayor placer posible a la contraparte.
Para efectuar esta singular práctica de erotismo extremo, basta con disponer de una superficie en la cual pueda recostarse la persona que servirá de trono.
El facesitting en la historia
Esta práctica, se remonta a la antigüedad, muchas de las culturas con mayor legado cultural, eran conocedoras de esta y otras formas de erotismo.
Por ejemplo, en la Edad Media, los sirvientes se encargaban de servir de asiento o trono a las señoras en ausencia de sus maridos.
Durante este acto de servicio, era normal incluir el sexo oral o el llamado beso negro.
Como dato interesante, se fabricaban sillas con un orificio central para facilitar esta labor.
El facesitting no es solo “sentarse”
La técnica de esta práctica, no se limita asentarse sobre el otro y esperar pasivamente.
En realidad, se trata de una demostración del dominio sobre otra persona, la cual disfruta a su vez de componentes de índole menta, asociados a la humillación y la sensación de indefensión ante el amo.
Como parte fundamental de la dinámica de este atrayente juego erótico, los movimientos de la mujer son importantes y valiosos como estímulo sexual adicional.
La mujer, ubicada en la parte superior, puede masturbarse activamente con la nariz, la lengua o la barbilla del sumiso.
Acoplar sus genitales a las protuberancias ya mencionadas, y utilizar adecuadamente el movimiento de las caderas, favorece la excitación e incluso, es capaz de provocar el orgasmo.
De tal modo, la fémina, dispone de libertad para buscar el placer a medida que regula y controla los movimientos.
Puede frotarse, apretar, presionar y hasta asfixiar levemente a su compañero para obtener el placer que desee.
Por esta razón, esta posición favorece a la fémina, más que ninguna otra de las prácticas de los juegos de dominación y sumisión.
El trono de la Reina en el BDSM
En el facesitting, como parte del BDSM, se consiente que la experiencia sea mucho más intensa.
Esto encierra ir más allá del frotamiento de la vulva o el ano contra el rostro del compañero.
Por ejemplo, la hipoxifilia o asfixia erótica, se produce, como resultado de apretar prolongadamente el cuerpo sobre la nariz del sumiso.
Aunque es sumamente placentero para los habituales practicantes del sadomasoquismo, puede ser muy peligrosa.
Esta condición se origina por la falta de oxígeno, lo cual resulta en una fuente invaluable de excitación para el sumiso.
No obstante, realizar estos juegos extremos, envuelve un gran riesgo, pues fácilmente puede sobrevenir la pérdida de consciencia, provocar daños al cerebro, e incluso la muerte por asfixia.
Facesitting como juego erótico vainilla
Debido a que dentro de esta práctica erótica, la mujer asume el control total, su valoración por las féminas es considerable.
La mujer, regula la intensidad, el ritmo, la fuerza del movimiento, la presión ejercida y el área que desea estimular.
Cuando asume la posición de sentarse, puede, con pequeñas variaciones, exponer áreas distintas de su región genital al contacto con el rostro.
De esta forma, puede escoger donde ser estimulada mediante besos, lamidas o suaves mordiscos.
Si además, utiliza las manos, puede colocar la cabeza del compañero en el sitio requerido según su necesidad de estimulación.
Variaciones del facesitting
Aunque básicamente es una sola posición, existen variaciones que permiten diferentes formas y grados de estimulación genital.
La dama dominante, puede sentarse completamente, colocarse de cuclillas o rodillas, de frente o de espalda.
De igual forma, puede mantener una pierna flexionada para facilitar el movimiento.
Usualmente, en el facesitting o Trono de la Reina, la vulva queda al nivel de la boca.
Para recibir estimulación anal, en forma de beso negro o masturbación nasal, es mejor que la mujer se ubique mirando los pies del amante.
Si por el contrario, la preferencia es la masturbación clitoriana, la ubicación ideal es mirando hacia su cabeza.
Aunque son pequeñas variaciones, lo ideal es que la vulva pueda ser estimulada con la lengua.
Una variación más interesante, es el facesitting en el cual, el hombre se coloca de rodillas y la mujer se queda de pie.
Esta variante exige una gran fuerza por parte del “trono” pues debe soportar el peso del cuerpo de ambos sobre sus propias rodillas.
Cabe resaltar que cuando se practica el facesitting o el trono de la reina, las manos pueden utilizarse para estimular otras áreas del cuerpo.
El verdadero placer de sentarse en el Trono de la Reina
Luego de explorar sobre esta interesante y sugerente practica sexual, es común que algunas personas se pregunten
¿Por qué efectuar el facesitting?
Para comprender la importancia que pueda revestir esta práctica dentro de la dinámica sexual, es necesario considerarla como una forma de expresión erótica.
Principalmente, este acto, pone en evidencia aspectos eróticos que se asocian con la dominación, es decir la necesidad de ser dominado o dominar.
Entre las razones que sirven para alentar esta sensual práctica, se pueden esgrimir las siguientes:
1.- Los hombres adoran estar en proximidad con los genitales femeninos. Esto acrecienta la sensación de unión y entrega.
2.- Las sensaciones que producen el olor y sabor de las secreciones, estimulan áreas específicas del cerebro que aumentan la excitación sexual.
Esto conlleva, mayor disfrute de la intimidad para ambas partes.
3.- La presión ejercida sobre el cuerpo, despierta sensaciones adicionales que se asocian con la necesidad de ser dominados o controlados.
4.- la regulación que ejerce la mujer sobre el desahogo aumenta la urgencia del hombre para lograr la penetración, aumentando la rigidez de la erección.
5.- La oscuridad, impulsa la activación de los otros sentidos, es decir, los olores, la humedad, el calor y el sabor se perciben con más intensidad.
6.- si la mujer alcanza el orgasmo, las secreciones resultantes, fungen como una prueba física de tal evento que enaltece su ego.
En resumen, esta singular experiencia, propicia la unión entre la pareja, a la par que permite disfrutar de las fantasías eróticas ocultas de la mayoría de las personas.
Como parte del BDSM, el facesitting o trono de la reina, cumple con todos los aspectos necesarios para resaltar los roles de dominante y sumiso.
Desde el rol de esclavo o sumiso, esta posición genera la obligación de satisfacer al otro, siendo prisionero de sus piernas el tiempo que aquella lo decida.
Para el sumiso, esta posición representa claramente su situación de servidor, en analogía con los fieles sirvientes del medioevo.
Además, incluye las áreas más sensuales y sensibles del cuerpo, el rostro y los genitales.
Al igual que otras prácticas circunscritas dentro del BDSM, el consenso es la clave.